A3: Lenguaje, comunicación y lectoescritura


 

El aprendizaje de idiomas y la comunicación es una experiencia universal de los niños que forma parte de su propia naturaleza humana, aunque desarrollan las habilidades de la comunicación y del lenguaje en el contexto de su propia cultura y mediante relaciones significativas. Durante los 12 primeros meses los niños construyen el cimiento del lenguaje al absorber lo que ven y oyen a través de interacciones con sus padres y el entorno social.

Durante este primer año de vida las redes neuronales del cerebro vienen preparadas para aprender las estructuras complejas del lenguaje. Este proceso incluye la comunicación no verbal, el procesamiento y comprensión de sonidos y su producción. A pesar del reto enorme que supone, las capacidades de los niños para comunicarse y aprender idiomas son asombrosas. Aprenden el lenguaje mediante las interacciones interpersonales y sociales con los progenitores, pero muy especialmente con la madre. En todas las NGAI el desarrollo del lenguaje, la comunicación y la lectoescritura se trata en referencia con el desarrollo de la lengua materna del niño, independientemente de si esta lengua es la mayoritaria del país o únicamente la de la familia.

El lenguaje forma parte de la comunicación. Al principio los niños no tienen lenguaje pero sí tienen la capacidad de comunicarse. Usan la comunicación no verbal y verbal para expresar sus necesidades. Lloran, gruñen y mueven el cuerpo. Cuando son un poco más grandes desarrollan estrategias como el lenguaje de señas y gestos para comunicar sus necesidades antes de que puedan comunicarlas verbalmente. Estas estrategias de comunicación sirven también de apoyo para los niños que tienen retrasos del lenguaje o impedimentos auditivos. Todos los pequeños dependen de que sus padres estén atentos y entiendan y respondan a dichos intentos de comunicación para poder satisfacer sus necesidades.

Los padres que responden oportuna y consideradamente regalan a sus hijos un modelo positivo de la comunicación compartida que sirve de fundamento para que los pequeños puedan progresar con seguridad en el entorno familiar. Estas interacciones recíprocas de la primera infancia construyen el modelo de turnos en los diálogos, que es importante para la comunicación social posterior. Al principio los niños pueden reaccionar ante la voz de la madre mirándola a los ojos, con la sonrisa o los arrullos. Cuando comienzan a hablar siguen los mismos patrones, excepto que ahora usan algunas palabras para comunicarse. Todas estas experiencias sientan los cimientos para entender que las reglas de los turnos en las conversaciones se producen para hilar estructuras dialogadas que tienen sentido gracias a las aportaciones de todos los interlocutores.

Los niños aumentan el vocabulario y la comprensión mediante experiencias interactivas. No pueden expresar verbalmente todo lo que piensan, pero entienden mucho más de lo que pueden decir. Demuestran su entendimiento al señalar cosas con el dedo, hacer gestos o seguir instrucciones sencillas. Los niños mayores entienden instrucciones más complejas sin ayuda de los padres, como las que requieren de varios pasos para conseguir un objetivo.

Por supuesto, la capacidad de comunicarse verbalmente mejora con el tiempo. Durante el primer año de vida los niños practican el lenguaje expresivo balbuceando, imitando los sonidos de la lengua que usa la madre para comunicarse con ellos. En el entorno de los 12 meses de edad emergen las primeras palabras, que estarán entrelazadas al contexto cultural y normalmente serán los nombres de las personas más próximas y los objetos más recurrentes. De repente un día las palabras sueltas dan lugar a combinaciones de dos o tres palabras, hasta que a los 36 meses los niños ya son capaces de construir oraciones breves y sencillas.

Un componente importante del desarrollo del lenguaje y la comunicación es la lectoescritura inicial mediante prácticas de grafomotricidad, que es el fundamento de la lectura y la escritura. Los niños aprenden de esta manera la lectoescritura mediante experiencias cotidianas con los padres, la familia en sentido amplio y otros adultos. Este aprendizaje se produce mediante fichas, cuadernos, papel, lápices y crayones. Leer, cantar, dibujar y mover el cuerpo mientras se aprende la lectoescritura son actividades con significado que los podres pueden realizar con sus hijos pequeños para apoyar el desarrollo inicial de esta actividad de primera alfabetización.

Aunque en los currículos oficiales no se espera que los niños consigan leer ni escribir cuando alcanzan los 36 meses, los padres siempre lo consiguen cuando desarrollan las actividades dentro de un programa de dificultad creciente bien dirigido y personalizado para las necesidades de sus hijos. En este mismo sentido merece mención especial la matemática, que está expulsada del currículo oficial hasta los 6 años. Sorprende por ejemplo que en la etapa infantil se tarden 3 años en introducir los números del 1 al 10, cuando todos los niños son capaces de contar esas cantidades y reconocerlas en menos de tres días. Es muy importante remarcar que si es la madre quien introduce los números, el conteo y en general la matemática básica entonces consigue que esta ciencia ocupe el mismo lugar que la lengua materna, produciendo una espontaneidad cognitiva de lo cuantitativo análoga a la que consigue con la expresión verbal de su hijo. Esta facilidad se denomina matemática materna.

 

Los niños tienen una capacidad asombrosa para aprender el lenguaje y la matemática durante los tres primeros años de vida

No solo eso, tienen la capacidad de aprender más de un idioma a la vez y con mayor facilidad que los adultos. Las investigaciones pedagógicas resaltan que hay un periodo crítico para adquirir más de un idioma, que abarca hasta los cinco o seis primeros años de vida. Los niños que aprenden varias lenguas durante esta etapa se perciben con frecuencia como hablantes nativos porque adquieren el resto de idiomas por el mismo proceso que la lengua materna, consiguiendo entonces más probabilidad de hablar cualquier otro idioma con soltura y sin acento.

La matemática materna sucede cuando se introducen los primeros rudimentos cuantitativos al mismo nivel que la lengua materna, como si fuera un lenguaje más. Se trata de enseñar a reconocer los números, dominar las operaciones básicas, desarrollar cálculo mental y comprender las formas geométricas dentro de la perspectiva didáctica de la madre, tratando todos estos conceptos como otro conocimiento necesario para la vida cotidiana. Así es como el niño termina desarrollando la matemática plenamente identificada con su lenguaje común.

 

En las siguientes sub-secciones se explicarán con más detalle los cuatro tipos relacionados con el Área del desarrollo 3, que son el lenguaje, la comunicación y la lectoescritura. También se integran a todas las normas.

 

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