El ritmo del aprendizaje de los niños durante los primeros tres años de vida es asombroso. Aprenderán más durante esa etapa que en ningún otro momento posterior de su vida. El desarrollo cognitivo de los pequeños comprende su proceso de aprendizaje más el desarrollo de la inteligencia y de otras capacidades mentales como la memoria, el razonamiento, la resolución de problemas y el pensamiento abstracto.
Como con todo aspecto del crecimiento, el desarrollo cognitivo ocurre dentro del contexto de las relaciones positivas y el tierno cuidado. El juego también es una herramienta esencial de este desarrollo. Esta actividad se usa para resolver problemas y es la manera en que los niños comprenden el mundo que les rodea y desarrollan la confianza para dominar habilidades nuevas.
El desarrollo cognitivo se observa mediante comportamientos específicos. Durante la primera infancia los niños tienen una capacidad muy limitada para expresar externamente su conocimiento. Pero esto no significa que no estén aprendiendo, ni que no sean capaces de recoger y procesar la información que reciben por los sentidos y el afecto. Los niños usan todas sus potencialidades para captar información y formar sus primeros conceptos sencillos. Durante las primeras seis semanas de vida usan los reflejos para comprender el entorno que les rodea y comenzar a relacionar la información. Llega un momento que esas destrezas involuntarias empiezan a usarse en forma voluntaria. Por ejemplo, a los cuatro meses el reflejo de agarrar da lugar al agarre con intención.
Después de los cuatro meses los niños empiezan a orientarse más hacia los objetos y usan movimientos intencionales como los de extender la mano, agarrar y llevarse cosas a la boca para explorar e informarse sobre los objetos de su entorno. Después de los ocho meses los niños exploran comportamientos simples y orientados hacia metas, imitan acciones sencillas de otros y empiezan a desarrollar la lógica para hacer planes y alcanzar metas simples. Por ejemplo, repiten ciertas acciones como golpear la mesa o empujar objetos para que se caigan de una silla.
Un cambio cognitivo importante que se desarrolla sobre los ocho meses es cuando comprenden que los objetos y las personas existen aunque no puedan ser vistas o no se escuchan. Esto se conoce como la permanencia de objetos y permite que los niños entiendan que las cosas y las personas tienen una existencia separada y permanente. La permanencia de objetos es necesaria para que puedan desarrollar el pensamiento simbólico, que empieza entre los 18 y 24 meses de edad. Antes del año los niños usan la movilidad y el desplazamiento de su cuerpo para expandir la exploración de su entrono.
Durante el segundo año de vida los niños empiezan a encontrar objetos escondidos, reconocer patrones, llenar y vaciar recipientes y formar una comprensión básica de las formas geométricas. Todos estos logros son ejemplos del desarrollo de habilidades en las siguientes áreas cognitivas: lógica y razonamiento, memoria, relaciones espaciales, cantidad y números y exploración científica.
Una parte importante del desarrollo es la expresión creativa. Esto sucede cuando emplean el arte, la música, el movimiento y el juego para descubrir y dominar destrezas nuevas. Los padres pueden proveerles oportunidades de expresión creativa mediante canciones, el baile, el dibujo y el juego de fantasía. Los niños también tienen una capacidad creciente para entender los conceptos básicos de la seguridad física y el bienestar.
Mientras los pequeños experimentan el crecimiento en sus capacidades mentales dependen de los progenitores para conseguir ambientes seguros y enriquecedores que les permitan aprender. Los padres deben proveer durante esta etapa rutinas constantes y previsibles con el fin de apoyar mejor a los pequeños en su exploración y juego.
La función ejecutiva durante los primeros tres años de vida es la capacidad emergente para organizar y manejar pensamientos conscientes, acciones y emociones. La función ejecutiva es un proceso en el que participan y quedan afectadas las capacidades de regulación y la función cognitiva de los pequeños. Con la función ejecutiva los niños prestan atención durante ratos más largos, manejan sus impulsos, piensan lógicamente, razonan y resuelven problemas. El desarrollo de la función ejecutiva se fomenta mediante relaciones de tierno cuidado e interacciones significativas con padres atentos. Las ‘Estrategias de interacción’ de las NGAI ofrecen ejemplos de experiencias enriquecedoras que fomentan el desarrollo de la función ejecutiva.